Opinión
Una vez más me siento frente al PC con la cabeza hecha una maraña de emociones, intentando ordenarlas para poder escribir una reseña en condiciones. Con Elísabet Benavent siempre me sucede, me cuesta enfocar todo lo que quiero escribir sobre el libro, y es que sus historias remueven siempre la conciencia y necesitas unas horas, o días, para que se asiente todo el poso en suspensión de la solución saturada en la que se ha convertido tu cerebro.
La magia de ser Sofía trata un tema delicado, un tema que nuevamente hará que sus lectoras se separen en un bando u otro. Pero yo, siempre que me enfrento a una novela de Betacoqueta, intento ir con la mente abierta, y teniendo en cuenta que la autora me va a llevar a los entresijos de mi conciencia, a plantearme qué es lo moralmente correcto, o qué es lo que yo haría de estar en la situación de los protagonistas. Pero siempre tengo en cuenta que yo no soy ni Sofía, ni Silvia, ni Valeria. Para mí es un error intentar imprimar con mis pensamientos a un personaje que no soy yo, así que simplemente me dejo llevar de la mano de Elísabet al mundo que ella me quiera enseñar, sé que no será fácil el camino, pero que sin duda siempre merece la pena recorrerlo.
Sofía está a punto de cumplir los 30, y trabaja en una curiosa cafetería llamada Alejandría. En esta cafetería los clientes son más que eso, y cada uno tiene un lugar especial dentro del equipo, haciendo que sean prácticamente amigos. Comparte piso con Julio, y hace años que no busca el amor. Para ella era una pérdida de tiempo que solo le acarreaba infelicidad, y más después de que mal terminara su última relación larga. Su único amor es su gata Holly, la cual vive un extraño romance con el hurón de Julio. Sus mejores amigos son Oliver, Abel, y Mamen, su madrastra. Su vida podría decirse que es rutinaria, pero ella se siente feliz de ese modo, aunque de vez en cuando asomen a su conciencia preguntas como, ¿qué pasará en el futuro? o ¿estaré toda mi vida sirviendo cafés? Pero todo cambia el día en el que cruza la puerta del Alejandría un guapo chico de nombre Héctor y que pondrá todo su mundo patas arriba.
Héctor lleva diez años viviendo en Ginebra con su novia Lucia, la distancia ha hecho mella principalmente en él, y su idea es volver a Madrid y establecerse de nuevo laboralmente en la capital. Para ello pactan que primero se desplace él a casa de su amiga Estela, con el fin de encontrar una estabilidad que permita finalmente que Lucia vuelva a España. Los días comienzan a pasar, y lo que en un principio se le antojó como la solución a todos sus problemas se ha tornado en una sucesión de días en los que la mayor aventura es tomarse un café con leche en el Alejandría, el curioso bar cercano a su provisional domicilio. Allí conoce a sus camareros, entre ellos Sofía, la cual tras un desafortunado cruce de palabras pasará a ser algo más que quien le sirve el café.