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Reseña · Seremos recuerdos · Elísabet Benavent




Opinión 

Una vez más termino una nueva historia de Elísabet, esta ha sido la dieciseisava novela que leo de ella, y sé que ahora quedará un duro año por delante hasta la siguiente. Seremos recuerdos es la segunda parte de la bilogía Canciones y recuerdos, y en ella conocemos el desenlace de las aventuras de Macarena, Jimena y Adriana.

En la primera entrega dejábamos a una Macarena más centrada en su vida, con las cosas claras y con algunos capítulos de su vida ya zanjados, o eso cree ella. Al perdonar a Leo se liberó de una pesada carga que no la dejaba avanzar, y ahora está más dispuesta que nunca a ser feliz. En su trabajo ha puesto también las cartas sobre la mesa, y le ha dejado claro a Pipa que si quiere que siga trabajando para ella hay algunas cosas que deben cambiar.

Leo también ha pasado página, y decide a retomar la incipiente relación que tenía con Raquel. Ha madurado y, aunque le cueste, debe olvidar a Macarena y emprender nuevos caminos. Esto que a priori puede parecer fácil no lo es, ya que Macarena sigue estando muy presente en cada poro de su piel. De todos modos, no está dispuesto a que su “canija” desaparezca del todo y se empeñará en ser su amigo y ayudarle a rehacer su vida. En ellos esto es muy peligroso porque donde hubo un fuego como el suyo, siempre van a quedar cenizas. A veces es mejor no tentar al destino.

Las historias de Adriana y Jimena también siguen su curso, y por tanto veremos como se desarrollan sus relaciones. La relación tan petarda que tienen entre las tres, y sus raras conversaciones, es uno los puntos fuertes de la novela y lo que más chispa aporta. En este segundo libro el foco se centra quizás más en Macarena, y los trozos que ocupan sus amigas es muy inferior al que ocupaban en la primera entrega, cosa que es normal ya que en si la historia central es la que más tiene que desarrollarse.



—¿Me odias mucho por arrastrarte a ver esta película?
—¿Qué? —Frunció el ceño sin dejar de caminar—. ¡No! Me ha gustado.
—¿Qué dices? —Solté una risotada—. No tienes por qué mentir para hacerme sentir mejor, ¿vale? Prometo no llorar más hasta que llegue a casa.
—No miento. Me ha gustado.
—¿Sí? Ya…, a ver, ¿qué es lo que te ha gustado?
—El mensaje…, el respeto a la tradición, la muerte como un cambio de estado y… el peso de los recuerdos. La importancia de recordar. Hay cosas que, si se olvidan, dejan de existir.
—Todo deja de existir si se olvida.
—No me he explicado.
—Soy toda oídos —me burlé.
—Hay olvidos que no pesan, ¿sabes? Las vidas van y vienen y todos los días pasan cientos de detalles inadvertidos. Se nos olvida más de lo que recordamos. Pero hay cosas que, si se olvidan, se llevan parte de nosotros.
—¿Te estás volviendo un blando con esto de las clases de literatura, Leo?
—No tiene nada que ver con ser blando. Es la edad, que todo lo pone en su sitio. Es como…, como nuestra historia, y perdona que lo tome como ejemplo, pero si no lo hago casi me parece un insulto. Porque si nosotros olvidamos lo que fuimos, dejará de existir y los años que invertimos no habrán servido de nada.
—Claro que habrán servido. Sin el pasado no seríamos las personas que somos.
—Lo sé. Pero ¿qué pasa con quienes fuimos? Si tú y yo, sencillamente, olvidáramos lo que vivimos…, dime, ¿quiénes serían ellos? No aprenderían. ¿Me explico?
—No estoy segura. —Le lancé una mirada y me sonrió.

La novela, como todas las de Betacoqueta, tiene un muy buen ritmo y se lee rápidamente. Su particular forma de expresarse y crear a sus personajes me sigue fascinando y divirtiendo por partes iguales. Me encanta leer entre líneas todo lo que nos deja caer Elísabet en cualquier parte del libro, y de las situaciones tan divertidas que se le ocurren.

El epílogo vuelve a ser bastante especial, como ocurriera con la bilogía de Sofía, y creo que la autora está empezando a crear su propio sello de identidad también en epílogos. Me parece un acierto por su parte, y además es un detalle que me encanta. En cuanto al final, quizá por mi parte esperaba algo un pelín más épico, dado a lo que nos tiene acostumbrados normalmente Elísabet, y hay además algún giro que le ha dado a un par de personajes y que no me han acabado de cuadrar. Pero en sí es un libro redondo y siempre hablo de ella aplicándole un nivel ultra alto de novela romántica contemporánea, en la que para mí Betacoqueta es una de las reinas indiscutibles.

Seremos canciones es una novela en las que sus protagonistas se redescubren, y donde se demuestra que no se puede luchar contra lo que uno tiene en el corazón. No habla de segundas oportunidades, ya que eso sería demasiado básico para Betacoqueta, ella se lanza de cabeza a las quintas oportunidades dando una vuelta más de hoja. Macarena y Leo son dos personajes que enamoran, y son la base de todo, sumados al complemento de la complicada Adriana y la loca de Jimena hacen de esta bilogía una bebida muy apetecible y que no puedes dejar de beber. Ahora solo queda comenzar a arrancar hojas del calendario hasta que llegue lo nuevo de Elísabet Benavent.

Firmo este libro a sabiendas de que jamás tendré el valor de dártelo. Valor de ser cobarde, entiéndeme. No te mereces revivir aquello, pero… míranos aquí dentro: a mí tan chulo y tan dolido, tan sobrepasado. A ti tan… mujer de mi puta vida. Pero da igual cuánto fuimos porque seremos recuerdos… En nuestra mano está que sean hermosos.


3 comentarios

  1. ¡Hola!

    ¡Yo estoy igual que tú! Ya me he terminado todo lo que ha publicado esta mujer y me voy a morir del asco hasta que salga algo nuevo porque es de mis escritoras favoritas. Quiero que saque algo más pícaro del estilo de "Mi elección". Me alegra mucho que te haya gustado tanto, en general tenemos la misma opinión por lo que he leído.

    ¡Nos leemos!
    Lua.

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  2. Tengo pendiente estos libros pero no tengo ni idea de cuando les dare una oportunidad.

    Saludos

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  3. ¡Hola! Yo ya lo he leído y aunque se me hizo un poco repetitivo al final me acabó gustando mucho <3

    Un besito

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