Opinión
Esta es la tercera novela que leo de Elena Castillo, y creo que ya puedo decir que reconozco cuál es su estilo creando y desarrollando historias. Ella es capaz de crear novelas con una trama sencilla pero bonita, y sobre todo muy románticas y bien ambientadas. En este caso la autora nos transporta a Irlanda, lugar al que llegará la protagonista y en el que se desarrolla toda la novela.
Imogen es una joven de 23 años que necesita comenzar de nuevo y dejar atrás una relación truncada y un corazón roto. Es por ello por lo que decide marcharse de su país natal, Estados unidos, e instalarse en la húmeda Irlanda. Allí ha conseguido un contrato de un año como auxiliar de enfermería en el turno de noche de una residencia de la pequeña localidad de Howth, así como un lugar donde poder instalarse. Su casero es todo un misterio, ya que ella gestiona todo el alquiler a través de la amplia familia de este, pero sin saber nunca nada de él. Esto no es algo que le importe siempre que pueda poner tierra, y agua, de por medio y comenzar una nueva vida. En Irlanda no estará sola, ya que su mejor amiga Ava vive solo a unos kilómetros de distancia en Dublín, y podrán verse a menudo, cosa que le da bastante seguridad a la hora de tomar la decisión.
Al llegar se sentirá algo sola, y más cuando su guapo casero aparece y desaparece como por arte de magia quedándose casi siempre ella sola en la casa que comparten junto al acantilado. Poco a poco se irá sintiendo más cómoda en su nuevo trabajo, e irá entablando una relación muy especial con Liam O’Shea, su intermitente casero, que la llevará a querer saber más sobre él y el motivo de que todo el mundo susurre cuando ella pasa.
—Veo que te encuentras mucho mejor —le dijo elevando un poco las cejas.—Sí, estoy muchísimo mejor. No sé cómo agradecer todo lo que has hecho por mí estos dos días —consiguió decir mientras recobraba el ritmo normal de su pulso.—No hay nada que agradecer, eres mi inquilina. Ha sido puro egoísmo. Si morías tendría que buscar a alguien nuevo que pagara el alquiler.—Ah, claro… —asintió ella con seriedad.—¡Es broma, mujer! —Liam le dio un golpecito con la mano en su rodilla y de pronto el recuerdo de sus manos recorriendo sus extremidades se apoderó de ella. Aquel hombre había combatido su alta fiebre a base de friegas por sus brazos y a lo largo de sus piernas. ¿Acaso la había desnudado en algún momento? No era capaz de recordarlo, pero aquel sutil contacto, ese gesto de confianza entre dos desconocidos, le hacía pensar que al menos para él su cuerpo no le era tan extraño.—Sí, claro. Igualmente, gracias. Te has expuesto demasiado, podrías estar ahora mismo incubando tú el virus.—No te preocupes, yo jamás enfermo, es cosa de familia. Además, si no me equivoco, en caso de contagiarme tengo cerca a una enfermera para cuidarme.—Una enfermera que te debe una.—Con que me prestes tus libros es suficiente. Creo que nuestra relación casero-inquilina funcionará bastante bien así —rio Liam levantándose con el ejemplar que había dejado en la mesa.
Como os decía al inicio, Elena nos presenta una novela sencilla pero que se lee de un modo muy fluido. Si bien es verdad que, todo va sucediendo de un modo pausado durante casi toda la novela, es casi a un tercio del final cuando nos vienen algunos giros que le dan más intensidad a la novela haciendo que el resultado final sea una novela romántica y desgarrada.
Me ha gustado mucho la relación de Imogen con sus pacientes, algunos con dolencias complicadas psicológicas difíciles de tratar, y la forma en la que van evolucionando. Y, aunque hay algunos flecos que no he acabado de cuadrar del todo, en global me ha convencido bastante todo lo que sucede con ellos.
El hecho de que la historia discurra en Irlanda es un punto a su favor, ya que sus parajes siempre invitan a soñar y vivir experiencias, y es sin duda un enclave ideal en el que mantener una historia de amor.
Imogen va evolucionando a medida que avanza el libro, ya que cuando llegó a Irlanda ella sentía que no era ella misma pero poco a poco va reencontrándose y volviendo a poner en valor su personalidad. Y Liam es un personaje mucho más hermético y al cual vamos conociendo poco a poco a medida que la autora nos va dando más detalles de su pasado. A pesar de que aparecen algunos personajes secundarios, la novela está bastante centrada en la pareja protagonista que son quienes ocupan la mayoría de páginas del libro.
Saltaré las olas es una historia de amor a fuego lento pero con paso firme. Dos personas que huyen de las sombras de su pasado pero que a su vez tienen miedo de abrir una nueva puerta al amor. Nada es imposible ya que en la mágica Irlanda todo puede suceder...
Imogen va evolucionando a medida que avanza el libro, ya que cuando llegó a Irlanda ella sentía que no era ella misma pero poco a poco va reencontrándose y volviendo a poner en valor su personalidad. Y Liam es un personaje mucho más hermético y al cual vamos conociendo poco a poco a medida que la autora nos va dando más detalles de su pasado. A pesar de que aparecen algunos personajes secundarios, la novela está bastante centrada en la pareja protagonista que son quienes ocupan la mayoría de páginas del libro.
Saltaré las olas es una historia de amor a fuego lento pero con paso firme. Dos personas que huyen de las sombras de su pasado pero que a su vez tienen miedo de abrir una nueva puerta al amor. Nada es imposible ya que en la mágica Irlanda todo puede suceder...
¡Hola!
ResponderEliminarAún no he leído nada de la autora pero tras leer tu reseña quizá me anime. Parece que sus historias son muy ligeras, perfectas para disfrutar en cualquier época del año.
Gracias por la reseña!!
Tengo pensado leerlo esta misma semana. A ver que me parece.
ResponderEliminarSaludos
Tengo en mis estanterías Soundtrack, que será una de mis lecturas de este verano, además he leído muy buenas opiniones de él y tengo las expectativas altas.
ResponderEliminarUn beso
Hace tiempo que no leo nada de esta autora, y la verdad es que tengo ganas, y este libro me llama la atención desde que salió.
ResponderEliminarUn beso